Reconozcámoslo. Todos la hemos padecido alguna vez. Básicamente, consiste en llevar a la práctica el famoso “dejar para mañana lo que puedes hacer hoy”. Retrasar tareas en las que deberíamos centrarnos, en favor de otras menos urgentes pero más cómodas o que nos gustan más. Te suena familiar, ¿verdad?
Si quieres acabar totalmente con la tentación de procrastinar, toma nota de estos sencillos consejos:
1. Reconoce que estás procrastinando. Sí, el primer paso es reconocerlo. Casi siempre identificamos cuándo nos estamos dejando abrazar por el poder de la procrastinación, pero por si te resulta difícil identificarlo, he aquí algunos indicadores:
a. Empiezas el día con tareas que no son prioritarias.
b. Lees e-mails una y otra vez sin decidir qué hacer con ellos.
c. Empiezas a hacer la tarea en cuestión y, de repente, siempre encuentras una buena excusa para parar como, por ejemplo, tomar un café.
d. No dices que NO a nuevas tareas, poco importantes, que te encargan con tal de retrasar las tareas importantes de tu lista.
e. Estás esperando el momento perfecto para hacerlo, y nunca llega…
2. Intenta entender por qué estás procrastinando. Es importante reconocer las causas de la procrastinación. Las más típicas son:
a. Lo que tienes que hacer te resulta aburrido, y mucho. Pero, ¿no crees que es mejor hacerlo cuanto antes y así borrarlo de tu lista de tareas a hacer?
b. No tienes un plan de tareas organizado. Si tienes un problema de desorganización, haz una lista de tareas y priorízalas con horarios y plazos para completarlas. Además, deberías centrarte en una sola tarea. Practicar el multitasking reduce la productividad, al contrario de lo que se pueda pensar.
c. La tarea te resulta muy difícil y crees que no eres capaz de hacerla.
d. Exceso de perfeccionismo. Las personas perfeccionistas procrastinan a menudo ya que tienden a pensar que no tienen los recursos suficientes para hacer el trabajo perfecto.
e. No tienes facilidad para tomar decisiones. No eres capaz de decidir qué hacer ni cuál es el orden de prioridad.
3. Cambia los viejos hábitos que te hacen procrastinar. El hábito de procrastinar no desaparece de la noche a la mañana así que deberías empezar por abandonar los hábitos que te arrastran a la procrastinación. Por ejemplo:
a. Piensa en las consecuencias negativas de no hacer lo que debes hacer.
b. Piensa lo que cuesta tu procrastinación, en términos económicos a tu empresa.
c. Empieza poco a poco, segmentando el trabajo que debes hacer. Hacerlo por etapas y concentrarte en cada una de ellas te ayudará.