El hierro es uno de los minerales fundamentales para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. Una de sus principales funciones es la de oxidar la glucosa para convertirla en energía, evitando así la sensación de cansancio. Además, facilita el transporte de oxígeno a los tejidos, activa el grupo de vitaminas B y es imprescindible para la formación de proteínas de los músculos.
Tener una dieta con un aporte equilibrado de hierro es esencial para mantener los niveles necesarios. Los alimentos contienen dos tipos de hierro: el de origen vegetal (no hemo) y el de origen animal (hemo).
El hierro no hemo está presente en los vegetales pero no se absorbe tan fácilmente como el hierro de origen animal. El hierro hemo se encuentra en la carne, el pescado y las aves, siendo la forma de hierro que más fácil se absorbe en el estómago (hasta tres veces más que el hierro no hemo). Entonces, ¿qué es lo ideal? Combinar una dieta con alimentos que nos aporten hierro hemo (carnes rojas, el pavo, el conejo, hígado, sardina, pescadilla, lubina, rape, almejas, chirlas, berberechos, mejillones y la yema de huevo), con otros que lo completen con hierro no hemo (lentejas, uva,mango, frutos secos, espinacas o acelgas).
Sin embargo, no se trata únicamente de incluir en nuestra dieta alimentos ricos en hierro, sino también alimentos que nos ayuden a absorberlo. Por ejemplo, los alimentos ricos en vitamina C favorecen la asimilación del hierro. Acompaña tus platos de una ensalada de tomate o pimiento rojo para que tu organismo absorba mejor el aporte de hierro.
Otra cosa que tienes que tener en cuenta para el máximo aprovechamiento de este mineral es no abusar de los productos con calcio, ya que este mineral puede disminuir la capacidad de asimilación del hierro.
Apúntate a una dieta rica en hierro y disminuirás el riesgo de padecer fatiga, fortalecerás tu sistema inmune y mejorarás tus vías respiratorias.