A estas alturas, y más en las circunstancias actuales, todos conocemos las enormes ventajas que ofrecen las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), como son el mayor acceso a la información, la reducción de costes en el sector laboral o la mayor conectividad entre las personas.
Sin embargo, la digitalización no se está dando por igual en todo el mundo. Ese desequilibrio recibe el nombre de brecha digital. A continuación te explicamos en qué consiste, sus causas, sus consecuencias y las soluciones para evitarla.
En época de pandemia
Desde el estado de alarma decretado en marzo de 2020, el acceso a Internet nos ha permitido seguir con nuestras vidas. Estudiar, trabajar (presencialmente o desde casa), comunicarnos o comprar online ha sido posible gracias a ello. Sin embargo, la realidad no es igual en todo el mundo. De hecho, casi la mitad de la población mundial no tiene acceso a la red, según advierte la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), organismo especializado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La desigualdad en el acceso a Internet y las TIC afecta al 52 % de las mujeres y al 42 % de los hombres del mundo. Esta grieta se vuelve más profunda cuando hablamos a nivel mundial. Los datos evidencian el abismo tecnológico que separa a unos países de otros.
Además, sale a la palestra otro concepto distinto pero relacionado: la alfabetización digital. Este término hace referencia al proceso de aprendizaje que permite a una persona adquirir competencias para entender y aprovechar el potencial educativo, económico y social de las nuevas tecnologías.
¿Por qué se produce?
En un principio, el desequilibrio digital se percibió como algo pasajero que desaparecería según fuera incrementándose la popularidad de la tecnología y, de hecho, se atribuyó al subdesarrollo. La fractura persiste hoy en día a pesar de la comercialización masiva de dispositivos electrónicos con acceso a Internet. Algunas de sus causas son el alto precio de los dispositivos, la falta de conocimiento sobre su uso o al déficit de infraestructuras para su acceso.
Cuando hablamos de brecha de acceso hacemos referencia a las posibilidades que tienen las personas de acceder a este recurso. Aquí entran en juego, entre otras, las diferencias socioeconómicas entre las personas y entre los países, ya que la digitalización requiere de inversiones e infraestructuras muy costosas para las regiones menos desarrolladas y para las zonas rurales.
Por su parte, la brecha de uso hace referencia a la falta de competencias digitales que impide el manejo de la tecnología. En este sentido, y por poner un ejemplo, la UIT señala que hay 40 países en los que más de la mitad de sus habitantes no saben adjuntar un archivo a un correo electrónico.
En ocasiones, se poseen las competencias digitales para manejarse en Internet, pero no los conocimientos para hacer un buen uso de la red y sacarle el mayor partido posible, por ejemplo, en lo relativo al acceso a información de calidad.
La UIT estableció hace unos años el Índice de Acceso Digital (IAD), que mide la capacidad global de los ciudadanos de un país para acceder y utilizar las TIC. Este índice tiene en cuenta diversas variables agrupadas en torno a cinco categorías como son calidad, infraestructura, conocimiento, accesibilidad y utilización.
Consecuencias de la brecha digital
La discriminación tecnológica constituye una forma de pobreza y exclusión social, al privar a una parte de la ciudadanía de recursos esenciales para desarrollarse y generar riqueza. En la pandemia esta brecha se ha puesto de relieve al encontrarse numerosos estudiantes y trabajadores con dificultades para teletrabajar y seguir las clases online.
Alguna de sus consecuencias son la incomunicación, el aislamiento y la disminución de oportunidades para encontrar trabajo o acceder a un empleo de calidad.
Teletrabajo y brecha digital
Muchas empresas mantienen el formato de trabajo a distancia del confinamiento. Lo que parece la solución perfecta para reducir el número de contagios, no está al alcance de todos ya que es en las zonas rurales donde se encuentra el verdadero desafío para llevarlo a la práctica.
Para disminuir la brecha digital, en muchos lugares se han puesto en marcha iniciativas a nivel mundial para facilitar el acceso a la tecnología como programas de alfabetización digital, el proyecto Alianza para un Internet Asequible y las iniciativas Free Basics y Starlink.
Ventajas de abordar la brecha digital
Hay que aprovechar los datos y usarlos para afrontar el futuro. Solo de esta forma los líderes podrán guiar a las organizaciones hacia un futuro donde no solo se puedan cumplir objetivos establecidos por la gerencia sino también incrementarlos.
Los datos son y serán importantes para prácticamente cualquier trabajo, pero en el de dirigir son esenciales.
La era de la información
Vivimos en la era de los datos. Todo se puede medir. La transformación digital ha hecho que se puedan analizar informaciones que hace años ni se podían imaginar. Esa masiva cantidad de información generada hay que procesarla de una manera óptima y sacar conclusiones que ayuden a los responsables de gerencia a la toma de decisiones.
Además, esas decisiones a lo largo del 2020 se han multiplicado. Desde que arrancó la pandemia el número de decisiones de los empresarios ha crecido considerablemente puesto que no se esperaban estas consecuencias.
Se tuvieron que tomar decisiones muy forzadas y sin poder meditarlas mucho cuando la población se tuvo que confinar durante varias semanas. Aquí, y dependiendo del tipo de trabajo, el dominó de consecuencias empezó por si el teletrabajo era una opción. Si lo era perfecto, sino habría que optar por otras alternativas como despidos temporales o ERTES, entre otras.
Tomar decisiones es una cosa, pero tomarlas con rapidez y confianza es otra. También es cierto que hubo organizaciones que llevaban años preparándose en cuanto a transformación digital y potenciación de la flexibilidad horaria y las decisiones que tuvieron que aplicar esas empresas fueron más enfocadas a su expansión y contratación de nuevos trabajadores que a despidos.
Como hemos dicho, la información es clave. Los datos son poder y usarlos en consecuencia es básico para triunfar en un mundo masivamente competitivo en cualquier sector.
Los datos internos como fuente infinita de información
El departamento de recursos humanos y el de informática deben ir de la mano en cuestiones relacionadas con la información interna de los trabajadores.
La información sobre los empleados es inmensa y muy valiosa. Hablamos de habilidades, rendimiento, opiniones, ubicación, cómo están interactuando con los compañeros, necesidades futuras, bajas, productividad…. Es decir, un sinfín de datos que, gracias a la transformación digital y a potentes programas de análisis se pueden analizar para obtener información y así obrar en consecuencia.
Ese análisis de información interna, de todos esos datos, ha de servir para mejorar cuestiones relacionadas con la cultura y la forma de trabajar. ¿Por que qué pasaría el teletrabajo se consagra como una manera de trabajar a largo plazo? Si eso pasara, ¿Cómo serían entonces la productividad y la cultura? ¿Cómo medir el rendimiento? ¿Llevaría esto a una fuerza laboral más dispersa? ¿Y si es al contrario y en 5 meses ya se acabó la pandemia gracias a las vacunas? Muchas preguntas, demasiadas, sin respuesta. Obviamente no se trata de acertar todas y cada una de las cuestiones que puedan surgir en el medio plazo de una empresa. El objetivo ha de ser disponer de información para tomar decisiones de manera rápida y eficaz, es decir, planificar diferentes escenarios.
El uso de datos internos para la planificación de proporciona a los líderes una visión incomparable de lo que necesitan para lograr un crecimiento y una transformación a medio y largo plazo.
Los datos también ayudan a comprender necesidades y a atajarlas en tiempo y forma. Por no hablar de lo necesario que es disponer de indicadores relacionados con la salud, tanto mental como física, de los empleados.