El Omega-3 y la memoria

Antes de entrar en materia, seguro que has oído hablar muchas veces del Omega-3 pero ¿sabes exactamente qué es? El Omega-3 es una grasa poliinsaturada esencial que nuestro cuerpo no puede producir. Por ello, debemos introducirla a través de la alimentación. El pescado (atún, sardinas o salmón) contiene un alto contenido de Omega-3 pero también podemos incorporarlo a través de frutos secos o aceites vegetales.

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El Omega-3 tiene múltiples beneficios para nuestro cuerpo. Disminuye los niveles de colesterol; protege al cuerpo de coágulos, ataques cardíacos o derrames cerebrales; regulariza el ritmo cardíaco o favorece el correcto funcionamiento del sistema inmunológico, entre otros. Pero si tenemos que destacar uno de sus beneficios, destacaríamos los efectos positivos que el Omega-3 tiene sobre nuestro cerebro y nuestra memoria.

La grasa del pescado azul, uno de los alimentos ricos en Omega-3 por excelencia, mejora la memoria y la concentración, además de influir sobre nuestro estado de ánimo. Las dietas ricas en Omega-3 protegen las neuronas frente al deterioro y, además, mejoran el rendimiento de la memoria, la concentración y la agudeza visual.

El Omega-3 se ha ganado a pulso su denominación de “alimento para el cerebro” pues no solo contribuye a mejorar la memoria y retrasar el envejecimiento neuronal sino que, además, sirve de gran ayuda contra la depresión o trastornos como el déficit de atención e hiperactividad.

¿En qué alimentos podemos encontrar Omega-3? Los pescados azules son una grn fuente para obtener estas grasas poliinsaturadas, especialmente el salmón, las sardinas o el atún. También podemos ingerirlo a través de aceites vegetales como el aceite de lino o el aceite de nueces. Ojo, el Omega-3 es muy sensible al calor y la oxidación, por eso, estos aceites no deben usarse para cocinar. Las semillas de chía, tan de actualidad, son otra buena fuente de Omega-3.