¿Estrés, hastío, desmotivación, fatiga, trastornos del sueño, irritación, falta de compromiso? ¿Y si fuera tu profesión la verdadera culpable de tu malestar en el trabajo? Una reorientación profesional puede ser la solución para sentirte pleno de nuevo en un trabajo que te haga vibrar.
Llega el final del año y, si sientes alguna de las sensaciones con las que ha comenzado este artículo, es el momento de hacer una reflexión: ¿es el momento de reorientar tu vida profesional? ¿Cómo saber si tienes que cambiar de profesión?
Hay síntomas inequívocos que determinan que tu profesión se ha convertido en el motivo de tu malestar laboral:
– ¿No te diviertes con lo que haces?
– ¿Has perdido el gusto por tu trabajo?
– ¿Sientes que no te aprecian laboralmente?
– ¿Te avergüenza hablar de tu trabajo con tus compañeros?
– ¿Ves tu futuro profesional con desánimo y pesimismo?
Si tu respuesta es sí al menos en una de estas preguntas, es el momento de valorar una reorientación profesional, cambiar de trabajo o reinventar tu carrera.
Una reorientación profesional puede ser un camino un poco largo pero, al final, te permitirá disfrutar de tu trabajo en armonía con tus valores esenciales y tu personalidad. Se trata de analizar en profundidad cuáles son tus talentos más fuertes, naturales, innatos, para determinar qué profesión escoger y en qué entorno laboral trabajar. Algo así como una metamorfosis, una transformación progresiva de tu identidad profesional.
¿Por qué es importante detectar que necesitas un cambio de profesión? Es vital para prevenir los riesgos del burnout.
Según un estudio de Katherine Benziger realizado entre 10 000 empleados, entre el 70% y el 80% de los trabajadores tienen un empleo que no está alineado con los talentos innatos de su personalidad.
Katherine Benziger establece una correspondencia entre los talentos innatos y las zonas cerebrales que necesitamos utilizar. Es decir, si estamos realizando una tarea que exige que empleemos una habilidad que no es natural en nosotros, estamos forzando a nuestro cerebro a emplear unas zonas que no son naturales para nosotros y, por lo tanto, provocamos un agotamiento excesivo.
Por ejemplo, eres una persona con habilidad para los datos y los hechos concretos y tienes que hacer trabajos más abstractos y creativos. O quizá tu naturaleza es introvertida y tu trabajo te obliga a hablar en público o estar en contacto constante con gente.
Verte forzado a ejercitar estos talentos no innatos te obligará a trabajar zonas del cerebro menos entrenadas, causando un mayor estrés y riesgo de padecer el síndrome burnout.
Si las tareas que realizas en tu trabajo están muy alejadas de tu ADN profesional, quizá es el momento de plantearte un cambio de profesión, de puesto o de compañía. En definitiva, un cambio que te conduzca a recuperar el gusto y la pasión por lo que haces. 2018 puede ser un buen momento, ¿no crees?