La estrecha relación entre alimentación y productividad

Cuando pensamos en los factores que contribuyen a un aumento en nuestra productividad, rara vez incluimos la alimentación en esa lista. Sin embargo, lo que comemos puede afectarnos más de lo que podamos imaginar. La comida tiene un impacto directo en nuestra actividad cognitiva y, por eso, una mala comida puede arruinarnos la tarde entera.

Nuestro cuerpo convierte prácticamente todo lo que comemos en glucosa, que se encarga de proporcionar a nuestro cerebro la energía que necesita para estar atento. Si nos estamos quedando sin glucosa, nuestra atención se dispersa. Por eso, con el estómago vacío es muy difícil concentrarse.

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Además, tenemos que tener en cuenta que nuestro cuerpo no procesa todos los alimentos a la misma velocidad. La pasta, el pan o los cereales liberan su glucosa rápidamente, provocando una explosión de energía. Otros, como las carnes más grasas, nos proporcionan la energía de una manera más sostenida pero requieren que nuestro sistema digestivo trabaje más, reduciendo los niveles de oxígeno en el cerebro y haciéndonos sentir más pesados y lentos a la hora de pensar.

La mayoría de nosotros conoce la teoría, sin embargo, a la hora de llevarla a la práctica, nos dejamos seducir por alimentos más apetitosos que, normalmente, no son demasiado saludables. Además, este tipo de comidas son más baratas y rápidas, convirtiéndose en la opción más atractiva en mitad de un día ajetreado. Pero de lo que no nos damos cuenta es de que, en ese momento, estamos ahorrando 10 minutos de nuestro tiempo, no más, que vamos a pagar en nuestra productividad el resto del día.

Para no caer en este error, lo primero que deberíamos hacer es planificar nuestra pausa para la comida antes de estar hambrientos. Decidir por la mañana dónde y a qué hora vamos a comer, no cinco minutos antes, es una de las claves para no sucumbir a la comida rápida o a platos poco saludables.

Asimismo, no debemos dejar que nuestros niveles de glucosa caigan del todo. Los picos y las caídas de azúcar en sangre son malos tanto para la productividad como para el cerebro. Para ello, lo más apropiado es hacer varias ingestas pequeñas a lo largo del día. Comer menos cantidad pero de manera más frecuente.

Otro truco que podemos llevar a cabo es tener a nuestro alcance un tentempié saludable como, por ejemplo, frutos secos o alguna pieza de fruta. El momento del almuerzo o la merienda es idóneo para introducir algunas piezas de fruta a nuestra dieta. Está demostrado que el consumo de fruta nos hace más felices y creativos.

Son tres trucos fáciles de llevar a cabo que ayudarán a que tanto nuestra salud como nuestra productividad estén al 100%.