Hace un año ya que incorporamos a nuestro vocabulario habitual términos como pandemia, confinamiento, síndrome de la cabaña, teletrabajo, coronavirus, mascarilla o gel hidroalcohólico. A todas ellas se suma ahora un nuevo concepto denominado fatiga pandémica.
Estrés y ansiedad, punto de origen
Cuando una persona se ve envuelta en un exceso de situaciones que superan sus recursos, se pone en marcha el mecanismo de tensión física o emocional que conocemos como estrés. De hecho, es cotidiano y permite que una persona lleve a cabo actividades de forma más lúcida. El problema con la pandemia del nuevo coronavirus es que se ha disparado y está provocando consecuencias negativas en la población.
La OMS define la fatiga pandémica como “la desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas que aparece de forma gradual en el tiempo y que está afectada por diversas emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo”. Ya en el mes de noviembre se calculó que el 60% de la población europea estaba padeciendo fatiga pandémica, en algunos países de una manera más acusada, y esa cifra no ha dejado de crecer.
Dada la situación es normal estar afectados pero hay que prestar especial atención a las emociones que son muy frecuentes, intensas y que duran demasiado tiempo. En ese caso debería plantearse cambiar de hábitos o buscar ayuda profesional.
Causas más frecuentes
La fatiga pandémica surge la consecuencia de meses de incertidumbre y de los grandes cambios que se han producido en nuestros hábitos cotidianos. El miedo a la enfermedad, el aislamiento, el aburrimiento, la preocupación (sanitaria y económica), el enfado o quejas constantes han hecho que sean millones las personas que ahora mismo la sufren. La consecuencia de esto es un estado psicológico de ansiedad, tristeza, desánimo, apatía y desesperanza ante el futuro.
Consejos para superarla
Adaptarse a esta situación que se prolonga en el tiempo puede suponer un auténtico desafío para muchas personas y por ello es conveniente conocer una serie de recomendaciones para reducir el cansancio, la tristeza, la preocupación, la irritabilidad o la frustración.
Cuidar el estilo de vida
Es importante cuidar el organismo mediante un estilo de vida saludable. Asimismo también hay que cuidar la imagen personal, por lo que es muy importante no caer en una dinámica de dejadez.
Esto cobra especial relevancia en el caso del teletrabajo. Todos los días tenemos que cuidarnos y arreglarnos aunque no vayamos a la oficina o salgamos a la calle. Si no nos vemos bien terminaremos sintiéndonos mal. Y, de vernos así a caer en la tristeza o en la apatía hay muy poco camino.
Por otro lado, es igualmente importante descansar y dormir lo necesario. Para asegurar una buena calidad de sueño se recomienda cenar ligero, no consumir cafeína ni alcohol y prescindir de los dispositivos electrónicos antes de dormir.
Al igual que en otros aspectos de la vida, hacer ejercicio físico contribuye a reducir la fatiga pandémica. Unos 30 minutos al día nos mantendrán activos y despejado, tanto física como mentalmente.
Además, existen técnicas para reducir el estrés como pueden ser la meditación y la respiración, ejercicios como el yoga, la lectura relajada o los paseos por la naturaleza.
Cuidar el bienestar psicológico
Pese a las circunstancias, es importante y necesario mantener el contacto social con amigos y familiares, por supuesto respetando las medidas sanitarias establecidas. Para ello, es bueno aprovechar los avances en las nuevas tecnologías. ¿Por qué no crear nuevas tradiciones que se adapten a los nuevos tiempos?
Estamos viviendo una época muy complicada en la que resulta muy difícil hacer cosas que nos gusten. Hay que hacer un esfuerzo e intentar adaptarlas al contexto actual, sin buscar excusas o dejarnos vencer por la pereza o la desgana. Las actividades agradables son la base del estado de ánimo. La clave está en buscar actividades sencillas, que no requieran mucho esfuerzo y que puedas hacer todos los días.
Por otro lado, los expertos recomiendan limitar el consumo de noticias relacionadas con la pandemia. Es comprensible querer mantenerse actualizado sobre la información más reciente relativa a la pandemia o la vacunación, pero sin sobrecargar. Los telediarios, la prensa, las redes sociales… nos corresponde elegir de manera consciente qué información queremos recibir y en qué cantidad. En principio, con establecer una vez al día es suficiente.
Nuestros pensamientos tienen el poder de producir emociones y llevarnos a actuar de una determinada manera, así que es importante elegir lo que pensamos en cada momento. Intentar detectar el pensamiento que hace daño y cambiarlo por otro que resulte más útil y que aporte emociones más adaptativas es otra de las claves para favorecer el bienestar psicológico.
Fomentar el diálogo interno positivo y aceptar las sensaciones, reconociendo y nombrando los sentimientos es una buena costumbre. Los pensamientos negativos pueden llevarnos a sentir emociones muy intensas, y en la mayoría de las ocasiones es cuestión de aceptarlas.
En definitiva, se trata de valorar y vivir más el presente.Comparar nuestra vida de ahora con la que teníamos antes es contraproducente y puede acarrear sensaciones como la tristeza o la melancolía. Por su parte, mirar el futuro implica incertidumbre así que lo mejor es centrarnos en el presente.